A veces sobran las palabras, y solo hay que dejarse llevar por las imágenes...
Tratar de recordar el olor del mar, el brillo de la mirada de mi bebé cuando consigue un nuevo logro...
Es embriagador lo rápido que pasa el tiempo y nos gustaría echar anclas en momentos determinados de modo indefinido.
Como cuando Ander cumplió un añito y le desperté con un cochecito de madera.
Ahora lo aporrea con fuerza contra toda superficie horizontal como vertical buscando nuevos sonidos...
Pero el único sonido maravilloso es el de su risa y sus balbuceos: ta ta ta, da da da, ma ma ma.
El es mi mayor logro, mi tesoro, mi aliento.
El, ellos. Los dos me llenan absolutamente.
